El arco utilizado en la arquitectura románica es el de medio punto (semicircular) y de sección rectangular, enriqueciéndolo en su superficie interior con uno más estrecho, decorando sus ángulos con dos molduras, con forma semicircular.
A partir del siglo XII también se emplea el arco ojival, por dos segmentos curvos que forman ángulo en la clave. Esta invención fue esencial para el desarrollo de la arquitectura medieval posterior, ya que, los empujes que trasladaban estos arcos a los pilares y restos de estructuras eran mucho más verticales y fáciles de resistir.
La columna y el pilar son los elementos arquitectónicos esenciales para recibir el peso de los arcos y bóvedas. La columna esta compuesta por basa, fuste y capitel. La basa de la columna románica es de tipo ática. El fuste, a diferencia de las columna romanas y griegas y del resto de estilos posteriores al gótico no es troncocónica ni tiene entalle (diferente sección en los extremos) sino completamente cilíndrica. Tampoco tiene normalmente acanaladuras verticales como en la arquitectura clásica sino que son lisos o en el caso más complejo lleva sogueados oblicuos o decoración zigzag o vegetal. El capitel suele ser figurado o de motivo vegetal y tiene collarino y ábaco en los extremos.
El pilar o soporte prismático de sección cuadrada fue usado ampliamente como soporte, aunque adoptó diferentes modalidades. La más frecuente fue la variedad de pilar cruciforme (sección de cruz griega) o aún más, el pilar cruciforme con semicolumnas embebidas para recoger los arcos y sus dobladuras.
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