martes, 24 de noviembre de 2009

Instrumentos de teclado


El Órgano Portativo o de mano fue muy utilizado a partir del siglo XII. Está compuesto de un teclado con fuelle y unos tubos cortos. Una de las representaciones más antiguas se encuentra en un capitel del Monasterio de Santa María la Real de Nieva (Segovia).Apareció en el transcurso del siglo XII, pero su uso se generalizó en el siglo XV, desapareciendo a mediados del siglo XVI debido al desarrollo de otros órganos.
Los primeros datos de la presencia del órgano en la Península datan de mediados del siglo XII. Estuvo muy presente en la corte catalanoaragonesa, donde se conocía como orgue de coll (órgano de cuello) u orgue de mà (órgano de mano).
A cada una de las teclas le correspondía un tubo, generalmente, hecho de metal. Estos tubos solían disponerse formando una o dos hileras (aunque hay algunos ejemplares italianos que presentan tres).
Para ejecutar este pequeño órgano, el intérprete lo llevaba colgado del cuello, y se tañía con dos dedos de la mano derecha, mientras que la izquierda accionaba un fuelle situado en la parte posterior (por este motivo, se empleó fundamentalmente para acompañar actos procesionales o formando parte de pequeños grupos instrumentales y en pequeñas ferias organizadas por el pueblo en el cual se realizaban comedias teatrales acompañadas por música de la época).


El Organistrum era un instrumento esencialmente religioso, muy grande, podía llegar a medir más de metro y medio, y era el único de los instrumentos de esta época que necesitaba de dos personas para usarlo; mientras uno tocaba el teclado, el otro giraba una manilla conectada a una rueda que hacía frotar todas las cuerdas. Existe una representación pétrea en el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela (A Coruña).En los instrumentos más primitivos, el organistrum se aproximaba a los dos metros de longitud, como se puede comprobar en múltiples representaciones en piedra de catedrales románicas: pórticos de la catedral de Santiago de Compostela (obra del maestro Mateo, en 1188), la Colegiata de Toro (Zamora), la abadía de Saint Georges en Saint Martin de Boscherville (Francia) y otras.
Dado su tamaño se precisaban dos personas para manejarlo, una movía la rueda mediante una manivela, la segunda interpretaba la música activando unas teclas con tangentes que actuaban sobre las cuerdas melódicas. Esta complicada técnica hacía que el instrumento fuera adecuado sólo para melodías exageradamente lentas.
Producía un sonido muy grave y de gran volumen, muy adecuado para el acompañamiento del coro y la polifonía.